lunes, 13 de abril de 2015





15 segundos.





Respiraba de forma ahogada. Ella también, solo que no podía pronunciar palabra alguna por los espasmos que recorrían su cuerpo. Me sentía  orgulloso aunque no terminé como ella pero fue mi dedición, tenía  miedo de lo que provocaba en mí, por eso no le dejé tocarme demasiado. No besé sus labios, y ganas no me faltaron pero exactamente por eso lamí cada rincón de su cuerpo, para aplacar el deseo que me ahogaba ya que no podía entregarme por entero, aún tenía su recuerdo en el inconciente. Así que decidí saciar mi necesidad en parte, algo siempre es mejor que nada, tenía un sabor dulce, tan diferente y nuevo para mí, despacio la elevé muy alto y en mi mente la acompañé sabiéndome consciente y culpable de sus gemidos y contracciones. El sexo oral  siempre las enloquecía, era la mejor forma de empezar pero mi amigo debía conformarse por el momento. Y mientras nuestras respiraciones eran lo único que se podía escuchar en esa habitación mi celular cambió todo a modo realidad inundando las cuatro  paredes con su horrible sonido y eso que yo mismo elegí esa melodía.                     

 -¿sí?...- al reconocer su voz me bajé de la cama como un resorte-¿que tú qué?

Así comenzaron los quince segundos más agobiantes de mi existencia.
Cuelgo sin pensarlo dos veces, ya hallaría una excusa para eso. Primer segundo, me agacho a recoger mis cosas que se redujeron a mi llave unida a un gastado Piolín, un pantalón donde deposité el celular y una  franela, perdí tres segundos, dejé mi calzado. Nunca me alegré tanto por tener los calzoncillos puestos. Pero antes del quinto segundo ya estaba cruzando la sala, el sexto lo perdí abriendo la puerta y quedándome  petrificado al identificar a lo lejos una pequeña parte del bonete de un auto amarrillo deducido como taxi asomándose en la entrada. Estaba en un segundo nivel de mi linda vecindad, casas pegadas arriba y abajo, una escalera de hierro daba al suelo y a un paso a mano derecha mi casa, tan cerca y a la vez tan lejos, pensé. El séptimo segundo comenzó con mi inclinación para catapultarme por encima de la barandilla con la mano que aferraba a Piolín mientras mi brazo izquierdo sujetaba mi ropa, al caer al suelo había perdido el octavo segundo y comenzaba el noveno con un fuerte dolor en las piernas, en el décimo abrí frenético la puerta con mi llave desde entonces llamada Salvación. Cerré tras de mí la puerta de un soplón, crucé sin mirar y traté de abrir la puerta del baño sin éxito, décimo tercero... Perdido, entonces toqué más frenético mientras perdía el décimo cuarto segundo, la puerta se abrió y se dejó ver quien me había regalado tan llamativo llavero, crucé rápidamente dejándola de pie sujetando su toalla con gesto confuso... Creo... La verdad no me fijé nada. Ya dentro del baño con el décimo quinto segundo como el sonido que se escucha cuando se da la respuesta equivocada en un concurso, despacio, me deshice del calzoncillo y entré en la bañera, el agua fría me cayó por el cuerpo como regalo del cielo mientras mi corazón galopaba desbocado. Momentos después cuando salí del baño, sabía que ella me esperaba. No vi nada en la sala entonces entré en mi habitación a la derecha del baño y la encontré sentada en una esquina de mi cama.

-hola- le dije con mi mejor sonrisa mientras me goteaba el cabello sobre el cuerpo mojado.

Me respondió el saludo con una sonrisa maliciosa, no es que ella lo fuera...

-me dijo que te esperara aquí si quería, se le veía un poco molesta- dijo escrutándome de la cabeza a los pies. Me sentí desnudo con la toalla puesta.

-sí, bueno, casi la saqué a rastras del baño- le informé con una sonrisa forzada.

Se puso de pie sin dejar su bulto.

-esperaré en la sala- dijo mirándome fijamente -he visto todo lo que tienes pero ya no somos pareja.

Con esas palabras salió de mi habitación. Tenía razón, ya no éramos nada más que amigos pero yo tenía otra idea en mente sino ¿por qué otra razón andaría por ahí saltando barandillas en calzoncillos?